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martes, 20 de noviembre de 2012

La justicia busca en Escobar el mayor cementerio clandestino del país: "podría ser algo inédito en la historia de la represión", afirmó Eduardo Ramallo, especialista de la Asamblea Permanente por los Derechos Humanos (APDH)





"Podría ser algo Inédito en la Historia de la Represión"

 Especialista de la APDH, ayudó a declarar a un testigo clave para la investigación. Representante de la APDH en el norte del Conurbano Bonaerense, Eduardo Ramallo vivió y trabajó en Escobar durante toda su vida como abogado laboralista. "Rumores sobre fosas clandestinas siempre había escuchado –explicó a Tiempo Argentino–, pero nunca pude hacer nada hasta cruzarme con testigos presenciales. 

Por:
Tiempo Argentino
Esa fue la puerta de entrada." Para Ramallo, el hallazgo "podría ser algo inédito en la historia de la represión".
–¿Fue el momento en que conoció a Guillermo Romero?
–En realidad, primero lo conocí al hermano, que vino a consultarme por el caso de un accidente laboral. Un día saltó el tema, y me dijo que Guillermo había visto la manera en que los militares llevaban los cuerpos. Romero no se animaba a declarar, hasta que lo convencí para presentar la denuncia en un juzgado federal. 
–¿Qué fue lo que le contó?
–Que siempre veía movimientos, camiones, muchos autos, máquinas que hacían pozos profundos, y que en esos pozos descargaban bultos. El tema le intrigaba, hasta que una vez se asomó al arroyo y presenció todo. Se trataba de un campo privado pero abandonado, que se ve desde las vías del tren. Era lo que llamaban "La Quema". En una parte, varios municipios de la región descargaban basura, y la otra estaba reservada para los militares. Nuestra denuncia contiene un mapa muy claro del predio. Está señalado como "Campo Pestarino". A Romero le intrigaba mucho por qué, en la época de la dictadura, el lugar era completamente cercado de noche, y a ningún recolector como él le permitían entrar.
–Su muerte pareció estancar la causa. Pero, sin embargo, en las últimas semanas la investigación parece haber dado un vuelco positivo. ¿Qué pasó?
–Varias cosas. Hace dos meses conocí a Octavio Vicente, un testigo que apareció ahora y también vio aquellas inhumaciones clandestinas. Me lo presentaron Gabriela Carballo Díaz y su esposo Guillermo. Gabriela es docente en la Escuela Secundaria Nº 9 de Maquinista Savio, que realizó una excelente investigación como parte del proyecto Jóvenes y Memoria, de la Comisión Provincial por la Memoria que tiene sede en La Plata. Octavio vivía en Matheu, la estación vecina a Savio, y cada vez que el tren volvía a su casa, después de la medianoche, advertía los movimientos. Él habla de un "camino de luces", descripción que me parece extraordinaria. Se refiere a la iluminación que los camiones militares y los autos sin identificación hacían en el terreno, para descargar los bultos en las fosas. Cuenta que hasta el motorman, curioso, aminoraba la velocidad para asomarse por la ventanilla. Al otro día, bien temprano a la mañana y con plena claridad, desde el tren que se dirigía a la Capital notaban que las excavaciones ya habían sido cubiertas, y el terreno, emparejado.
–¿Qué características tenían los pozos, según esos testimonios? 
–Superaban los cinco metros en profundidad. Por supuesto, no eran fosas individuales sino colectivas. Un supermercado para el abastecimiento del horror, como yo lo llamo. Los huecos tenían casi 100 metros de largo por cuatro metros de ancho. Este nuevo testimonio de Vicente es muy importante, y a eso hay que agregar otro surgido por casualidad el día de la inspección ocular al terreno, cuando un vecino confirmó que vio restos humanos mientras hacía una perforación para tirar desechos sanitarios. Hay buena predisposición de la jueza para investigar, pero faltan algunas cosas, porque el paso del tiempo es terrible y nos está destruyendo las pruebas. Yo mismo acerqué a la justicia el caso de Mojón de Hierro, en Formosa, donde con la ayuda de un georadar se implementó la búsqueda de restos humanos enterrados, de la época de la represión ilegal. Aquí debería tomarse la misma medida. Y también se debería proteger el lugar con fuerzas federales del Estado Nacional, y no con efectivos municipales, como ocurre en estos momentos.
–¿Cómo describiría el tema, de comprobarse lo que esos testigos dicen que vieron?
–Como algo extraordinario, quizás de características inéditas en la Argentina. Me viene a la memoria lo ocurrido en las fosas de Katyn, durante la Segunda Guerra Mundial, donde fueron encontrados 5000 cuerpos de oficiales polacos. Estamos ante algo realmente trascendente, y por eso es necesaria la intervención urgente del Estado Nacional. Lo inmediato será tramitar pedidos de audiencia al ministro de Justicia, al titular de la Cámara Federal de San Martín, al presidente de la Corte Suprema y al Congreso Nacional. Porque, repito, el paso del tiempo es el enemigo más grande que tenemos. «

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