Una placa en Escobar
“Que hoy podamos ponerle a la comisaría esta placa que simboliza lo que fue es un triunfo de toda la sociedad”, dijo Manuel Gonçalves, hijo de Gastón, una de las víctimas de Patti.
“Aunque esto parezca nada, es un montón”, dijo Manuel Gonçalves en la puerta de la comisaría de Escobar. Quienes conocen la historia, asintieron. Asintió Federico Wenner, sobreviviente del centro clandestino de detención que funcionó allí, hermano de Tilo Wenner, que no pudo sobrevivir. Asintió Camilo Juárez, de la organización Hijos. También lo hizo Judith Said, coordinadora ejecutiva del Archivo Nacional de la Memoria, organizadora del evento. Asintió el público, conmovido en semicírculo de cara a la comisaría. Gonçalves dio el discurso más emotivo de ayer, cuando se descubrió la placa que visibiliza a los centros clandestinos de secuestro y tortura que funcionaron en la Argentina durante la última dictadura militar.
“Es un acto de reparación para los familiares y los militantes –le dijo Judith Said a Página/12–, es un acto de reconocimiento a esa lucha, por los que dieron su vida. Y de repudio a todas las acciones del terrorismo de Estado.” En la comisaría 1ª de Escobar se detuvo ilegalmente a decenas de personas –el número no está confirmado–, incluso antes del golpe militar de 1976. Así lo acreditaron sobrevivientes que declararon en el juicio que el 14 de abril de 2011 condenó a prisión perpetua a Luis Alberto Patti, el represor que se recicló como intendente del municipio, y que llegó incluso a ser elegido como diputado nacional.
Organizado por la Red Federal de Sitios de Memoria, que coordina el Archivo Nacional de la Memoria, el acto contó el apoyo de parte de la militancia de zona norte: la Juventud Peronista Militante de Escobar, La Cámpora, la Comisión por la Memoria de Escobar, con sus banderas, llegaron en columna, precedidos por el ruido de los bombos, y se apostaron a un lado –el izquierdo– de la comisaría. Del otro extremo, formando un semicírculo, ocuparon las sillas las familias –abuelos, bebés en brazos– con los carteles de los desaparecidos de Escobar. Luego de descubrir la placa, que instalaron en una pared de la puerta de la comisaría –de modo que nadie que pase por allí pueda perderla de vista–, comenzaron los oradores.
“Estamos viviendo un giro cultural, pero tenemos que darlo entre todos –dijo Said–. Convoco a todos a que nos respetemos verdaderamente, para que estos hechos no vuelvan a ocurrir. Y la única forma es cumpliendo con los pilares de memoria, algo que debemos tener presente siempre, con verdad, y con justicia para los que fueron responsables. Este camino no tiene que ver sólo con cuestiones partidarias, sino con una concepción de vida que queremos para todos los argentinos.”
El hijo de Gastón Roberto José Gonçalves, Manuel Gonçalves, fue todavía más emotivo: “La primera vez que vine a Escobar vine a ver dónde había estado mi papá, en el fondo del cementerio de Escobar, en una fosa clandestina sin ninguna identificación. Y vine solo. Tuve la necesidad de hacerlo”, empezó Manuel, ante el silencio de quienes lo miraban: “En esta comisaría mi papá estuvo secuestrado, fue torturado junto a otros compañeros. De acá salió y terminó fusilado a orillas del río Luján. Para mí, Escobar no es una ciudad más. Acá encontré quizás a las mejores personas que conocí en mi vida. Son las personas que se quedaron acá y tuvieron que padecer la impunidad. Porque uno de los responsables de lo peor que les pasó en la vida, incluso fue intendente de este lugar”.
“Que hoy podamos ponerle a la comisaría esta placa que simboliza lo que fue –siguió Gonçalves– es un gran cambio, y un triunfo de toda la sociedad. Yo estuve durante mucho tiempo enojado con la sociedad de Escobar. No podía entender cómo podían haber elegido a Patti como intendente, pero también sé que lleva muchos años cambiar lo que la dictadura ha impuesto en la cabeza de muchas personas. Y aunque esto parezca nada, es un montón”, completó.
“Por este lugar pasó Tilo Wenner –hablaba su hermano menor, Federico Wenner, que conoció el centro, detenido por el mismo Patti–. Pasaron también José Gonçalves, los hermanos D’Amico, Jesús Bonnet, Ricardo Giménez, Blanca Buda, Hugo Morini, Marta Velazco”, nombró Wenner. El acto, que terminó pocos minutos después, lo cerró Camilo Juárez, de la organización Hijos, quien leyó un poema de Gastón Gonçalves tras levantar al público con el grito de “presente” por los 30 mil desaparecidos.
Ya se han señalizado 27 lugares vinculados con el terrorismo de Estado, de los cuales 25 fueron centros clandestinos. La Red Federal de Sitios de Memoria tiene prevista la próxima identificación del centro clandestino de detención conocido como La Escuelita, de la ciudad de Neuquén, ubicado en el Batallón de Ingenieros de Construcciones 181, sobre la ruta 22.
Informe: Agustín Saavedra.
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